Black Mirror es una serie de televisión británica creada por Charlie Brooker, que define su trama como: “cada episodio tiene un tono diferente, un entorno diferente, incluso una realidad diferente, pero todos son acerca de la forma en que vivimos ahora, y de la forma en la que podríamos estar viviendo en 10 minutos si somos torpes”
En la primera temporada Euros Lyn dirigió junto a Charlie Brooker y Kanak Huq, guionistas del capítulo, 15 Million Merits (15 millones de méritos), que sitúa al espectador en una realidad futura, en una sociedad en la que todo el mundo debe montar en bicicletas estáticas y viven organizados en celdas, con el fin de ganar la energía necesaria para su entorno y con la recompensa de ganar los llamados “méritos”, que actúan como la moneda de cambio para realizar todas las tareas necesarias para vivir. En ella, todo el mundo está vestido con el mismo chándal gris y tiene un doble, o avatar virtual, al que sí pueden cambiar el aspecto (gastando dichos “méritos” mencionados anteriormente).
Toda la acción sucede a través de las pantallas que se establecen como las paredes o límites del entorno, es decir, como si se tratase de una prisión fundamentada en un sistema de pantallas, interfaces y avatares. A través de estas “paredes” las actividades cotidianas que deben realizar los individuos se ven continuamente interrumpidas por diversos anuncios (lo que creará la verdadera tensión principal del argumento del capítulo), que no se pueden omitir ni pasar por alto (ya que al cerrar los ojos e intentar interrumpir el visionado se activa un aviso que no lo permite) sin una sanción económica, que supone un gasto más de esos “méritos”.
Esta situación sería una hipótesis de lo que podría llegar a ser la evolución del “out of home digital”, en una sociedad en la que todo se vive a través de pantallas, el individuo está obligado a ver todo lo que se proyecte en ellas, tanto lo que se quiere ver como lo que no, y es ahí donde la publicidad se convierte en negocio.
Toda la trama es una crítica al impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad y a la publicidad con la que somos bombardeados a diario a través de todo tipo de canales que el sistema obliga a visionar. En el capítulo, con sus avisos y sanciones, y en la vida real, de una forma menos agresiva pero también obligatoria, mediante el visionado de una película en televisión que se ve interrumpida por los minutos de publicidad, o con las pantallas o paneles que nos podemos encontrar por las calles repletas de anuncios.
Debemos admitir que las pantallas y diferentes tecnologías son una realidad ya consumada en nuestras vidas, pero el siguiente paso es preguntarse hacia dónde terminará por llevarnos esta tendencia y adicción que produce en nosotros.